LA NAVATA (Galapagar). Recopilaciones históricas.
Actualmente La Navata es una de las varias colonias residenciales del término municipal de Galapagar situada a unos 3 kilómetros del pueblo, en la Comunidad Autónoma de Madrid, España.
Rodeada por espacios naturales protegidos, y bañada por el río Guadarrama, la colonia de La Navata engloba diferentes urbanizaciones entre las que destacan el Molino de la Navata, Parquelagos y Riomonte. Es una zona en la que predominan las viviendas unifamiliares, adosados y pisos de pocas alturas (Molino de La Navata). La localidad cuenta, entre otros servicios públicos, con varios bares y restaurantes, un estanco, una farmacia, una tienda de alimentación, un par de peluquerías, un moderno supermercado, un colegio y una guardería públicos, y una iglesia parroquial (dedicada a San Antonio de Padua).
El desarrollo social y económico de La Navata, es un claro ejemplo de la evolución social y económica de España tras la guerra civil, y específicamente de la sociedad de Madrid capital.
Ya aparecen referencias históricas escritas a La Navata en el libro de “La Montería” de Alfonso XI, rey de Castilla, llamado «el Justiciero» (Salamanca, 13 de agosto de 1311-Gibraltar, 26 de marzo de 1350), bisnieto de Alfonso X «el Sabio». Este libro da información sobre los reales cazaderos ubicados en los montes y las dehesas de Castilla y de León. En el libro, que el historiador Gregorio de Andrés desmenuza y explica con gran claridad, se describe la Dehesa de Galapagar, de la cual se dice “es un buen monte de invierno, perteneciente al Real de Manzanares y muy frecuentado en las cacerías reales. Los voceríos se organizaban por los voceros, ejerciendo su cargo de vocería, y solían hacerse partiendo de los Altos de Galapagar de donde salían las armadas, es decir, la línea de cazadores que acechaban las reses salvajes, venados, … o jabalíes durante la batida, situándose preferentemente las armadas, junto al río Guadarrama, en una de sus navas”, ... “otra armada estaba en Las Navas (“entre la Foz et el monte del Serrejón”, lo que pudiera identificarse esta ubicación con la zona de la actual estación de ferrocarril de Galapagar-La Navata, en la parte de La Navata actual, donde había unos terrenos muy pobres, que se denominaban entonces Nava de las Cabras.
De este periodo del siglo XIV, sin poderse precisar la fecha de su construcción, son los restos que se conservan del Molino en La Navata; molino movido por las aguas del rio Guadarrama. Es muy probable que este molino fuese de los denominados de cubo, un sistema introducido en Castilla por los árabes en la alta Edad Media, y que se caracterizan por ocupar poco espacio. Hay datos registrados en el catálogo de Ensenada (1751), de la existencia en estado ruinoso de otros dos molinos harineros de muela única, en el rio Guadarrama, propiedad de dos vecinos de Galapagar, el de Raspa y el de Greciano.
Otros escritos nos hablan de los yacimientos tardomedievales en La Navata, y que corresponden a una necrópolis, que pudiera ser la misma en torno a la cual, según Andrés Marín Pérez (1) existió una antiquísima Ermita, y donde el hallazgo consiste en una posible tumba trapezoidal excavada en la roca.
(1) Guía de Madrid y su provincia, por Andres Marin Perez. Esta interesante obra comprende la situación, extensión, límites y origen de los pueblos de la provincia, su población y comunicación con la capital, la cabeza de partido y pueblos limítrofes; religión, edificios eclesiásticos y obligaciones de este sagrado ministerio. Volumen 2 (1889) [Marín Pérez, Andrés]
En 1560 Galapagar era una jurisdicción de la que dependían como anejos, los núcleos de población de Villanueva del Pardillo, Colmenarejo, Navalquejigo y Torrelodones; pero en 1564, tras la desegregación emitida por Felipe II, estos núcleos crearon sus propias parroquias. Por estas fechas debieron de existir desperdigadas por el termino de Galapagar, varias ermitas, al menos que se sepa, las de San Gregorio, La Vera Cruz (junto a la margen izquierda de la carretera de El Escorial, cerca del desvío al núcleo urbano de Galapagar, ya en estado ruinoso junto a la de San Gregorio en 1833), San Bartolomé, San Bruno y la del Cerrillo (1447, dedicada a la Virgen de los Desamparados), la única que se conserva en la actualidad.
Aguas arriba del puente de Las Minas o puente de Herrera, donde existían unas antiguas minas de "metales raros" (oro y plata y otros metales raros), datadas en el censo de Aranda de 1768 y en el célebre Diccionario de Sebastián Miñano de los años 1920, existía otro puente de sillería de piedra, que algunos datan del siglo XV y otros del XVI, aunque hay quien también valora que, ya existía en época romana, y que se conoce como puente del Molino de La Navata, por encontrarse en el lugar de un molino de posible origen árabe ya arruinado, en el lugar del paso del rio Guadarrama en la zona de La Navata.
Según Madoz (2), con la reforma administrativa de 1833, se señala que en la jurisdicción de Galapagar el número de habitantes había disminuido considerablemente; situándose en 406 (84 de ellos, en el núcleo urbano). Tal disminución de habitantes en la jurisdicción “pudiera estar ligada, en alguna forma, a la pobreza de su economía, que tan solo se ha modificado por la existencia de una fábrica de loza fina, que por estos años ya se encuentra en decadencia.
Los productos agrícolas siguen consistiendo en cereales y legumbres, los dos molinos han quedado reducidos a uno y en las cifras de ganado se añade ahora el lanar. Caza, pesca y el carreteo a Madrid de piedra y madera, siguen siendo las principales fuentes económicas, que no han experimentado cambios”
(2) Pascual Madoz e Ibáñez (Pamplona, 17 de mayo de 1806-Génova, 11 de diciembre de 1870) fue un político español, vinculado al Partido Progresista. Ministro de Hacienda durante el bienio progresista, presidió en 1868 el Consejo de ministros de España y la Junta Provisional Revolucionaria tras la caída de Isabel II. Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar.
El gran factor que modificará el territorio y la actividad económica de la jurisdicción de Galapagar y los pueblos limítrofes, será la llegada del ferrocarril, a comienzos de la década de 1860. La estación de Galapagar, fue inaugurada el 9 de agosto de 1861 con la puesta en marcha del tramo Madrid – El Escorial de la línea radial Imperial (Madrid-Irún). La línea del Norte de España, Madrid-Irún, se trazará por Villalba y El Escorial, en su paso a Ávila y Medina del Campo. Su explotación inicial quedó a cargo de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España quien mantuvo su titularidad hasta que en 1941 fue nacionalizada e integrada en la recién creada RENFE.
Para poder tener un acceso más rápido a la línea férrea fue preciso abordar la mejora de los caminos, unas veces por medio de expropiaciones como la realizada en 1899 para unir el pueblo de Galapagar con la estación de Torrelodones, cambiando su trazado y anchura, y otras por medio de acuerdos con los propietarios de las tierras. En 1929 se expropiaron terrenos de la finca Los Rosales, en La Navata, con el fin de construir la carretera a La Navata.
Uno de los casos bastante documentados, es el de la creación del apeadero (diferencia con respecto a estación) del ferrocarril, en La Navata (1). En 1925 el pleno municipal de Galapagar, reunido en sesión permanente, decide que se lleve a cabo la construcción del apeadero. Diez años después, en 1935, se crea una comisión para delimitar los terrenos en los que se debía ejecutar la obra de dicho apeadero. En ese mismo año de 1935, la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España delimitó los terrenos para la obra del referido apeadero, lo cual fue comunicado al pleno municipal del Ayuntamiento de Galapagar, como paso previo al inicio de las obras de construcción del mismo.
En el año 1945, durante el pleno municipal celebrado el 5 de mayo, se toma el acuerdo de solicitar que el apeadero de Galapagar en La Navata, sea convertido en “estación con apartadero”, donde puedan realizarse facturaciones de mercancías. La primera propuesta en este sentido partió del concejal D. Eugenio Martínez Andrés, en la sesión del 14 de agosto de 1940.
En la década 1980, la estación-apeadero de Galapagar fue integrada en la red de Cercanías, cambiándose después su nombre de «Galapagar» a «Galapagar-La Navata». Aunque se conserva el antiguo edificio de piedra construido por la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España para atender a los viajeros y mercancías, este se cerró en la primera mitad de los años 2000. El recinto funciona, actualmente, como apeadero de la red de cercanías y media distancia de RENFE.
El apeadero de Galapagar, en La Navata, sería el embrión y lanzamiento de su colonia de veraneantes.
En el año 1900, “diseminados en el entorno rural de la población de Galapagar, incluida la zona denominada La Navata, se contabilizaban 56 edificios de un piso y 16 de dos pisos, incluyendo 18 semirruinosos y 2 complementarios, lo que reúne a 273 individuos”. Apreciable es la configuración de dos zonas de población basadas en las colonias veraniegas, que empiezan a cobrar pujanza gracias al ferrocarril, y razón por la que surgen en el entorno de sus apeaderos, las colonias veraniegas de población de La Navata y Torrelodones. A principios de 1930, “la colonia de La Navata cuenta con 23 habitantes estables, habiendo 16 construcciones de planta única “.
Pese al crecimiento, las tierras y las aguas de Galapagar, siguen permitiendo la caza y la pesca (barbos, y cachos), así como el abundante aprovisionamiento a Madrid de leña, procedente de encinas, chaparros y enebros. Este campo de explotación maderera tiene una enorme repercusión económica en el pueblo de Galapagar. En 1960, Galapagar y la colonia de La Navata, por el refrescante baño en el rio Guadarrama, se han convertido en lugar de veraneo para muchos madrileños, que triplican la población ordinaria, que ya llegaba a los 2.526 habitantes de derecho y que originaron la aparición de numerosas construcciones para alquiler de habitaciones, constituidas por numerosos “hotelitos de piedra y pizarra”, en cuya construcción se utilizaban las numerosas canteras de la zona que había en explotación. En 1969 entre la Colonia Mallejo, casi inmediata al núcleo urbano de Galapagar, y la Colonia de La Navata, no sumaban más de un centenar de habitantes permanentes; lo que indica el impacto de la población estival en la zona de La Navata.
La mayor parte de las grandes urbanizaciones con entidad propia, en el término municipal de Galapagar, se configuran en la década de los años sesenta. La urbanización de Parquelagos se inició en 1968, como una urbanización de mayor entidad y calidad de diseño, respecto a la media del resto de construcciones de la zona. Urbeparque, S.A., ligada al Banco Occidental fue la promotora, en sus terrenos adyacentes a la finca Los Rosales, de la construcción de la mencionada urbanización Parquelagos.