El Sacramento de la Confesión
El sacramento de la reconciliación nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia”
(Papa Francisco)
El sacramento de la misericordia, tradicionalmente conocido como sacramento de la “Penitencia”, de la “Reconciliación”, de la “Confesión” o del “Perdón” fue instituido por el mismo Jesucristo, en la mañana de Pascua (Jn. 20, 22-23). Se trata de un encuentro con Cristo resucitado que perdona, sana, santifica e invita a vivir una vida libre de todo pecado.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos indica que “los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados, cometidos contra Él, y, al mismo tiempo, se reconcilian con la iglesia, a la que ofendieron con sus pecados” (nº 1442)
El sacramento de la Reconciliación es el punto de llegada de un camino de conversión y, a su vez, es punto de partida para una vida nueva. El Señor vuelve a decirte hoy como ayer: “Ve y, en adelante, no vuelvas a pecar” (Jn. 8,11).
Como sacramento de curación, que es, quien lo practica fortalece su amistad con Dios y se siente también más cerca de los demás. La confesión es una bendición que llena de alegría, consuelo espiritual y paz (Código nº 1468). Igualmente, el penitente reconciliado verá su corazón reforzado en la Esperanza.
TENGAMOS EN CUENTA…
Tomate el tiempo que necesites y prepárate de corazón, para vivir este importante momento. Son cinco las cosas que no podemos olvidar, para una buena confesión...
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Examen de conciencia: se trata de revisar la vida, o aspectos de ella, ante Dios y a la luz de su Palabra. Repasar los mandamientos, las bienaventuranzas o las obras de misericordia te puede ayudar en ello.
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Dolor de los pecados: tomar conciencia del pecado suele ir acompañado de cierto dolor de corazón (compunción) y tristeza saludables. Reconocer nuestra responsabilidad ante Dios y los hermanos es algo de lo que el Señor se vale para que cambiemos.
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Propósito de la enmienda: querer cambiar y con la ayuda de Dios, determinarse a conseguirlo es la actitud del verdadero penitente.
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Decir los pecados al confesor: verbalizar ante el sacerdote, aun con cierta vergüenza, lo que sabemos que se desvía de la voluntad y del querer de Dios, nos abre a la verdad de nosotros mismos y nos hace sentirnos desnudos, pobres y humildes ante Dios.
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Cumplir la penitencia: la “satisfacción” (otra forma de llamar a la penitencia) proporcional y adecuada a tu situación es una ayuda para tu bien espiritual. La Penitencia es expresión de la penitencia interior que acompañará tu arrepentimiento y conversión.
PASOS PARA LA RECONCILIACIÓN
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Se comienza haciendo la señal de la cruz y presentándose al sacerdote con una fórmula sencilla… “Ave María purísima” o bien “Bendígame, Padre, porque he pecado. A ese saludo, el sacerdote contestará…
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Se continúa comentando, al sacerdote, el tiempo que hace desde la última confesión, sea cuanto sea… se dice sin miedo ni vergüenza…
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Luego se presentan los motivos por los que uno se confiesa y se procede a enumerar los distintos pecados. Siempre que lo necesites, el sacerdote te ayudará y tratará de hacerte cómodo el momento que vives. Hay que confiar… no hay juicio y no habrá, jamás, desprecio o menosprecio…
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Es momento de escuchar las orientaciones o consejos del sacerdote, algo que, seguro, le será sugerido por Dios mismo. Se trata de escuchar… no es momento para discutir… se acoge con sencillez cuanto el Espíritu está sugiriendo al Pastor. Este será momento para que se te proponga la satisfacción o penitencia, que habrás de realizar, en obediencia a Dios y prueba de arrepentimiento. Se busca ayudarte, no castigarte.
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Este puede ser momento, si no hay más personas que esperan, de recitar una oración como el Acto de Contrición
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El siguiente paso del sacerdote, en nombre de Cristo, como ministro autorizado para el sacramento, (2Co 5, 18) será recitar la fórmula litúrgica del sacramento, por la que se quedan absueltos los pecados. A esa fórmula se responde, por tu parte: “Amén”. Acto seguido, el sacerdote te despedirá diciendo: “Puedes ir en paz”.
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Terminada la confesión, agradece al Señor su perdón y misericordia, pidiendo la gracias de vivir con alegría el don de ser una criatura nueva y ahora renovada por el amor de Dios y el sacramento.
EJEMPLOS DE “EXAMEN DE CONCIENCIA”
Todo lo que se ofrece a continuación es una ayuda. Es evidente que hay muchos modelos y ejemplos… Vale cualquiera, siempre y cuando, me ayude a revisar con seriedad y rigor mi vida, mis actitudes y comportamientos…
PARA ADULTOS:
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¿He rechazado o abandonado mi fe? ¿Me he preocupado por conocerla mejor? ¿La he defendido, o me he avergonzado de ella? ¿Hay algún aspecto de la fe que no acepto y dejo de cumplir?
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¿He tomado el nombre de Dios en vano? ¿He hecho espiritismo o he confiado en adivinos u horóscopos? ¿He mostrado falta de respeto por las personas, lugares o cosas santas?
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¿He faltado voluntariamente a Misa los domingos o días de precepto?
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¿He recibido al Señor en la Sagrada Comunión teniendo algún pecado grave en mi conciencia?
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¿Le he recibido sin agradecimiento o sin la debida reverencia?
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¿He sido impaciente, he tenido celos o me he enfadado?
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¿He albergado rencores o he estado poco dispuesto a perdonar?
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¿He sido violento con otras personas verbal o físicamente?
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¿He cooperado o alentado a alguien a abortar, destruir embriones, a la eutanasia o a otro medio para acabar con la vida humana?
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¿He tenido odio o he hecho juicios críticos de pensamiento o de obra? ¿He menospreciado a otros?
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¿He hablado mal de otros?
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¿He tomado alcohol en exceso? ¿He consumido drogas?
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¿He mirado vídeos o páginas web pornográficas? ¿He cometido actos impuros conmigo mismo o con otras personas? ¿Vivo dejando de lado las normas, criterios o costumbres de la iglesia?
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Si estoy casado, ¿procuro amar a mi cónyuge por encima de cualquier otra persona? ¿Pongo mi matrimonio en primer lugar? ¿Y mis hijos? ¿Tengo una actitud abierta a nuevas vidas?
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¿Permito que mi trabajo ocupe tiempo y energías que corresponden a mi familia o amigos?
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¿He sido soberbio o egoísta de pensamiento o de obra? ¿He desatendido a los pobres o a los necesitados? ¿He gastado dinero para mi comodidad o lujo personal olvidando mis responsabilidades hacia otros y hacia la Iglesia?
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¿He dicho mentiras? ¿He sido honesto y diligente en mi trabajo? ¿He robado o engañado a alguien en el trabajo?
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¿Me he dejado llevar por la pereza? ¿He preferido mi comodidad personal al servicio a los demás? ¿He desatendido mi responsabilidad de acercar a los demás a Dios con mi ejemplo y mi palabra?
PARA JÓVENES:
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¿He rechazado o abandonado mi fe? ¿Me he preocupado por conocerla mejor? ¿La he defendido, o me he avergonzado de ella?
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¿He tomado el nombre de Dios en vano? ¿He hecho espiritismo o he confiado en adivinos u horóscopos? ¿He mostrado falta de respeto por las personas, lugares o cosas santas?
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¿He faltado voluntariamente a la Santa Misa los domingos o días de precepto? ¿Me he olvidado de Dios abandonando mis oraciones?
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¿He recibido al Señor en la Sagrada Comunión teniendo algún pecado grave en mi conciencia? ¿Le he recibido sin agradecimiento o sin la debida reverencia?
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¿He ayudado poco en casa? ¿He tratado con poco cariño a mis padres?
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¿He sido impaciente, envidioso? ¿Me he enfadado? ¿He fomentado el resentimiento o no he estado dispuesto a perdonar? ¿He odiado a alguien o le he juzgado mal?
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¿He descuidado mis deberes de estudiante? ¿He sido perezoso? ¿He tratado con falta de respeto a mis profesores o a otras personas mayores?
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¿Me he peleado? ¿He hecho daño a alguien con insultos o hablando mal de ellos? ¿He revelado algún secreto o he dicho cosas solo para dañar a otros?
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¿He dicho o he pensado cosas impuras? ¿Las he hecho conmigo mismo o con otros? ¿He mirado imágenes o películas pornográficas?
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¿He dicho mentiras para justificarme, dañar a otros o por darme más importancia?
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¿He robado algo? ¿He estropeado algo a propósito?
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¿He tenido envidia de otros por lo que tienen o por el buen resultado de su trabajo? ¿Pongo mi corazón en tener cosas?
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¿He ayudado o fomentado que otros hagan el mal? ¿He tomado alcohol en exceso? ¿He consumido drogas? ¿He sido egoísta de pensamiento o de obra?
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¿He preferido mi comodidad al servicio a los demás? ¿He desatendido mi responsabilidad de acercar a los demás a Dios con mi ejemplo y mi palabra?
PARA NIÑOS:
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¿He rezado mis oraciones?
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¿He ido a Misa los Domingos?
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¿He tomado el nombre de Dios en vano?
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¿Me he distraído voluntariamente en Misa o en la Iglesia?
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¿He ayudado en casa?
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¿He sido egoísta o he tratado a mis padres y hermanos con poco cariño?
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¿He obedecido a mis padres y profesores?
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¿He compartido mis juguetes con los demás?
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¿He sido impaciente? ¿Me he enfadado?
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¿He sido caprichoso o pesado para que las cosas se hicieran como yo quiero?
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¿Pierdo el tiempo en clase?
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¿He hecho mis deberes lo mejor que puedo? ¿He copiado en los exámenes?
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¿Me he peleado?
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¿He hecho daño a alguna persona hablando mal de ella?
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¿He dicho mentiras?
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¿He robado algo? ¿He estropeado alguna cosa que no era mía a propósito?
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¿He dado buen ejemplo? ¿He animado a otros a que hicieran cosas malas?
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¿He sido egoísta de pensamiento o de obra?
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¿He tenido celos de otros?
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¿He excluido a alguien de mis juegos?
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¿He rezado por los demás y les he ayudado para que estén más cerca de Dios?
AVISO: En la Parroquia, en principio, hay confesiones media hora antes de cada celebración… es importante venir con tiempo y confesar ANTES de la misa.